Washington, USA, 14 octubre 2020.- La jueza Amy Coney Barrett nominada por el presidente Donald Trump para la Corte Suprema de Estados Unidos, aseguró el martes que su fe católica no pesará en sus decisiones, pero se negó a opinar sobre la sentencia del alto tribunal que legalizó el aborto.
«Los jueces no pueden levantarse una mañana y decir: ‘Tengo una meta en mi vida, amo u odio las armas de fuego, amo u odio el aborto’ e imponer su voluntad como figuras de la realeza», dijo a los senadores encargados de confirmar su nombramiento.
Sometida a una batería de preguntas después de un primer día dedicado a declaraciones generales, Barrett, de 48 años, admitió tener un arma y seguir las enseñanzas de la Iglesia Católica.
«¿Puede dejar de lado sus creencias religiosas?», le preguntó el senador republicano Lindsey Graham.
«Sí, lo estoy haciendo como jueza» de la corte federal de apelaciones en Chicago, «y si me confirman, seguiré haciéndolo» en la Corte Suprema, prometió.
«Nuestra fe es importante para nosotros», continuó, y mencionó a su esposo y sus siete hijos, dos de los cuales son adoptados en Haití y el menor tiene síndrome de Down. «Pero esta es mi elección» y «nunca traté de imponerla» a los demás, aseguró.
La senadora demócrata Dianne Feinstein le lanzó varias preguntas sobre temas candentes, comenzando por el derecho al aborto, reconocido por la Corte Suprema en 1973 para disgusto de la derecha religiosa.
Pero Feinstein se quedó sin respuesta. «Ya sea que diga que lo quiero o que lo odio, eso enviaría una señal mientras hay recursos pendientes», explicó la magistrada, antes de rehuir de la misma manera a otros asuntos como las armas de fuego o los derechos de las minorías sexuales.
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