Su adversario, Joe Biden, respondió con la propuesta de construir un camino para que 11 millones de migrantes obtengan la ciudadanía, y se comprometió a continuar con el programa de los Dreamers, que instauró el expresidente Barack Obama.
La migración se convirtió inesperadamente en un choque agrio dentro de un debate que mostró dos diagnósticos y visiones de país, en un clima altamente polarizado.
En el debate, Trump siguió la estrategia de sus asesores que lo dejó ver como una persona que puede tener momentos ecuánimes y solemnes, sin embargo, la personalidad del presidente ganó y poco a poco comenzó a alzar la voz e interrumpir no sólo a Biden, sino también a la moderadora Kristen Welker.
Si bien se trató de un debate más moderado, también se tornó un poco repetitivo al tocar lugares en común que no permitieron conocer más del proyecto o las posturas de los aspirantes.
Los mensajes finales de ambos candidatos fueron distintivos de sus discursos, mientras Trump enalteció la sólida economía estadounidense – hablándole a su base electoral -, Joe Biden fue conciliador y dijo que de ganar los comicios, gobernaría incluso para quienes no votaron por él.
Biden dijo que su gobierno guiará la economía hacia un crecimiento, que de igualdad de oportunidades y que permita la creación de empleos.
No obstante, este no fue el único momento en que Biden pidió a Trump debatir sobre Estados Unidos y no sobre temas personales.
Y es que Trump arremetió sobre el supuesto vínculo que tiene la familia Biden con empresas de China y Ucrania, la discusión se llevó varios minutos en ese tema, bajo señalamientos sobre declaraciones de impuestos, nexos con países extranjeros, y la participación de gobierno extranjeros en las elecciones.
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