CDMX, 7 octubre 2024. De vuelta a la política después de tres años de exilio voluntario por una acusación de soborno que nunca prosperó, el panista Ricardo Anaya se mueve con fluidez en los pasillos del salón de sesiones del Senado, donde ahora tiene una curul.
En la zona de la bancada de Morena comienza un largo diálogo con senadores morenistas, momentos después está sentado en su curul y tiene a su derecha al senador Manlio Fabio Beltrones, quien lo visita en ese sector panista. Es momento de hablar en corto de las iniciativas lopezobradoristas que dominan el debate nacional y los trabajos legislativos.
Nada indica que la oposición podrá detener otras iniciativas de Morena, partido oficialista que con la adquisición del ahora expanista Miguel Ángel Yunes Márquez –a cambio de impunidad, dice Anaya– tiene mayoría calificada para aprobar otras de las reformas que vienen en el paquete del Plan C heredado por Andrés Manuel López Obrador.
La oposición luce endeble y desconcertada frente a la aplanadora de Morena, y Anaya, candidato presidencial del PAN en 2018, sabe que la recomposición de ese sector que representa al 40% de mexicanos es un camino cuesta arriba y muy desafiante.
“El reto de aquí al 2027 (cuando habrá elecciones intermedias) es que la oposición tenga la capacidad de convertirse en una verdadera alternativa. Y, además de ser una alternativa, que se gane con hechos la confianza de la gente”, dijo Anaya a Proceso.
Frente al cambio de gobierno, que se produjo el pasado martes 1 de octubre, el panista indica que espera que represente el inicio de un nuevo ciclo de concordia para México, lo que implica, “por supuesto”, que la presidenta Claudia Sheinbaum “tome distancia” de López Obrador, su mentor político y líder moral de Morena.
“Lo que le conviene al país es que el nuevo gobierno rompa con la dinámica de polarización y que se inaugure una nueva etapa en la que exista diálogo y en la que el pluralismo sea bienvenido”, asegura el expresidente del PAN.
Y dice que para ello es necesario que Sheinbaum “tenga un sello propio”. Porque hoy, sostiene, la pregunta de los 64 mil pesos en México es quién será el gran beneficiario del enorme poder de Morena y del régimen de la 4T en los próximos años, si Sheinbaum o López Obrador.
Anaya considera que a México “le viene bien una izquierda democrática, progresista, y no una izquierda autoritaria de corte populista”. Cree que los presidentes de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y de Chile, Gabriel Boric, son dos buenos referentes para la izquierda mexicana.
Y sostiene que ante la nueva realidad política de México el PAN, un partido que enfrenta “una profunda crisis”, debe refundarse retomando su ideario original, que es socialcristiano, de centro y no tiene nada que ver “con el liberalismo individualista”.
El senador y expresidente del PAN repudia los acercamientos que un sector del panismo tiene con VOX, el partido español de extrema derecha, antiinmigrante, xenófobo y neofranquista.
“Lo que pasa es que en el PAN hay gente que está extraviada ideológicamente”, señala, y dice que eso es “parte de la crisis” del partido que gobernó México entre 2000 y 2012 con Vicente Fox y Felipe Calderón.
Anaya reconoce que, en esos dos gobiernos, al panismo le faltó sensibilidad social y “quedaron a deber” en ese aspecto. Con Calderón no sólo aumentó la pobreza, sino que su estrategia de seguridad basada en la militarización “probó ser un fracaso”. En ese sexenio (2026-2012) los homicidios crecieron 101% con respecto a los del gobierno de Fox.
Por eso, señala, “no me cabe en la cabeza que no se comprenda que la militarización no ha traído paz y que sexenio tras sexenio, desde que inició, hace tres sexenios, hasta la fecha, cada vez estamos peor en el indicador más crudo” de violencia, los homicidios, que en el gobierno de López Obrador, finalizado el 30 de septiembre último, llegaron a 199 mil.
Sobre el PAN, Anaya insiste: “No hay refundación sin autocrítica. Si el PAN no se hace cargo de los errores que cometió, la refundación va a ser una farsa. Entonces, por supuesto que una refundación auténtica tiene que partir de la autocrítica”.
Anaya pasó tres años en Estados Unidos para evitar su eventual detención por parte de la Fiscalía General por un soborno que supuestamente recibió, cuando era diputado, para votar por la reforma energética de 2013.
Él sostiene que fue una persecución política del expresidente Andrés Manuel López Obrador y que ni siquiera giraron orden de aprehensión en su contra porque “no tenían nada”.
lunes, 7 de octubre de 2024
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario