En su discurso, Jolani no escatimó críticas contra Irán, acusándolo de ser el principal promotor del sectarismo y la corrupción en Siria durante años de conflicto.
Este nuevo triunfo marca un capítulo diferente en la historia de nuestra nación, un capítulo que pone fin a las ambiciones iraníes haciendo referencia a la influencia de Teherán en la región, especialmente a través de grupos aliados como Hezbolá.
El líder rebelde declaró que el acceso terrestre de Irán a Líbano, utilizado para reforzar su influencia y enviar armas, ha terminado, junto con su apoyo a las milicias chiítas en Siria. Este mensaje no sólo fue dirigido a Teherán, sino también a los países vecinos que observan de cerca los movimientos en el nuevo panorama sirio.
Aunque Jolani sigue siendo considerado un terrorista por Estados Unidos, utilizó su discurso para insinuar un cambio de rumbo que podría interesar a las potencias occidentales. “Siria se está purificando”, dijo, refiriéndose a la lucha contra el narcotráfico y al estatus de la Siria de Assad como un “narcoestado”. Este comentario parece estar dirigido a ganarse el favor de Washington e Israel, quienes comparten preocupaciones sobre el tráfico de Captagon y la estabilidad regional.
En días previos, Jolani ya había buscado tender puentes con Estados Unidos mediante una entrevista en un medio estadounidense. Incluso el presidente Joe Biden reconoció públicamente haber “escuchado” al líder rebelde, aunque insistió en que su gobierno juzgaría a Jolani por sus acciones y no solo por sus palabras.
El discurso cerró con un llamado a la unidad, destacando los sacrificios del pueblo sirio y prometiendo un futuro libre de divisiones sectarias. Sin embargo, el verdadero desafío para Jolani será demostrar que su narrativa de reconciliación no es sólo una estrategia para consolidar el poder, sino un compromiso real con una Siria estable y tolerante.
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